Joshua Ríos, el joven baserritarra que cultiva tomates y pimientos junto al Urdaibai
El joven baserritarra considera que «el sector agrícola está envejecido y necesita relevo»
Cerca de los invernaderos de Joshua Ríos en Gautegiz Arteaga se encuentra el Bird Center de Urdabai, un espacio fundamental para conocer la fauna de la reserva natural en torno a la desembocadura de la ría de Gernika. Ajenos al trabajo del joven productor, los visitantes observan desde los miradores la vida en la marisma, pero muy cerca de ellos crecen las plantas de pimiento y tomate que Ríos cultiva en sus invernaderos. Todo es silencio en este lugar, situado sobre una colina con vistas al valle, y merece la pena visitar una instalación como la de Joshua por su modernidad y limpieza.
Porque un invernadero de estos no se parece nada a la nuestra idea de la estructura de plástico cuya función se limita a mantener temperaturas estables para favorecer el crecimiento de las plantas. La técnica hidropónica supone un salto hacia el futuro en el que la tierra, el sustrato que conocemos, pinta poco o nada. Las plantas arraigan en largos tubos cilíndricos repletos de perlita, un compuesto alimentado gota a gota por decenas de tubos por los que corren el agua y los nutrientes y minerales adecuados a cada momento y estación.
Calefacción, pantallas que regulan la entrada de la luz, apertura y cierre automatizados y un control permanente sobre las necesidades de las plantas completan unas instalaciones que parecerían asépticas de no ser por el intenso y sabroso aroma de la planta de pimiento. «Si queremos producir más allá de los tres meses de la temporada, los invernaderos son imprescindibles», explica Joshua Ríos.
«Nuestra gran limitación, el condicionante fundamental, es la falta de luz de los meses de invierno», añade, de modo que esos meses se dedican al cuidado de las instalaciones hasta diciembre, cuando se siembran las primeras plantas. La recogida arranca en abril y durará hasta el otoño avanzado, pero a finales de mayo, momento en el que visitamos sus instalaciones, Ríos exhibía unos hermosos tomates Jack y cientos de pimientos a la espera de ser vendidos a mayoristas, tiendas y particulares.
A 45 grados
Pero, ¿por qué sólo dos productos? «Algunos me animan a cultivar más, pero esto es lo que hago bien, lo que puedo controlar», explica. Ríos creció entre huertas, animales y perales, sobre todo después de que sus padres pusieran en marcha un agroturismo en Gautegiz Arteaga, a medio camino entre Gernika y las playas de Laga y Laida. Dice que no era mal estudiante y que cursó sendos años de Ingeniería Informática y otro de Geología, pero que aquello no le llenaba. Trabajó de todo: hostelería, de cajero de una entidad bancaria, en el centro de la naturaleza Basondo, de ondartzaina… pero su vida dio un vuelco cuando un conocido le comentó que dos baserritarras a punto de jubilarse ponían en venta unos invernaderos con (esto nunca viene mal) una buena lista de clientes.
Se matriculó en la Escuela Agraria de Derio y hace cinco años se sumó a esa ola discreta pero empeñada en rescatar lo que queda de la agricultura de las fauces del hormigón y las zarzas. «El sector agrícola está envejecido y necesita relevo», asegura quien hoy, con su tarea, genera dos empleos estables y uno eventual. Y por mucha técnica y avance incorporado, el trabajo sigue siendo duro, día a día agachándose y levantándose para recoger los pimientos y tomates en su estado óptimo en un lugar de trabajo que en verano la temperatura puede alcanzar los 45 grados.
Y mientras tanto, piensa en el futuro, que está iluminado con lámparas LED. Él las ha visto en pabellones situados en medio de ciudades, espacios en el que las bombillas y la electricidad ejercen de pequeños soles que garantizan esa luz tan escasa es por aquí. Es una inversión grande, admite, pero Joshua Ríos ya está dándoles vueltas.